Josef Albers, David Batchelor, Rosa Brun, Carlos Cruz-Diez, Olafur Eliasson, Sheila Hicks, Donald Judd, Anish Kapoor, Teresa Lanceta, Guillermo Mora, Ugo Rondinone, etc.
FUNDACIÓN JUAN MARCH
Calle Castelló 77
28006 Madrid
Comisariado por Manuel Fontán del Junco y María Zozaya
«El color surge en lo más íntimo de la fantasía, porque solo es una cualidad, no es en absoluto una sustancia ni se refiere a una. Por eso los colores se han vuelto símbolos para quienes carecen de fantasía. En el color los ojos se aplican puramente a lo espiritual, el color ahorra el camino del creador a través de la forma en la naturaleza. Permite a los sentidos, en su absorción pura, que se encuentren directamente con lo espiritual, con la armonía. Quien ve está totalmente sumido en el color, mirar el color significa hundir la mirada en ojos ajenos, que la devoran: los ojos de la fantasía. Los colores se ven a sí mismos, en ellos se encuentra el puro mirar y ellos son su objeto y órgano a la vez. Nuestros ojos tienen colores. El color se produce en la mirada y colorea la mirada pura.»
Walter Benjamin
El color no existe, pero el mundo es inimaginable sin él. Como fenómeno —en todos los sentidos— ha estado presente en la reflexión y en las artes desde las pinturas rupestres hasta los experimentos digitales contemporáneos. Para muchos artistas ha constituido el centro de su práctica, y para filósofos y científicos ha proporcionado abundante materia para la reflexión y el debate.
En la creación artística la importancia del color ha sido discutida e impugnada a menudo, pero la aparición del arte abstracto a principios del siglo XX lo liberó de los dictados de la representación y de la primacía de la línea. Por primera vez, el color pudo consistir en su propia presencia en la obra, no sujeta a modelos narrativos ni a otros elementos de valor gráfico.
Lo tienes que ver. La autonomía del color en el arte abstracto presenta el trabajo de un amplio número de artistas de los siglos XX y XXI para quienes el color es principio esencial y estructurador. La exposición comienza con los primeros experimentos de la abstracción y se centra en el uso del color plano, no modulado por el gesto. Además de pintura, escultura y obra sobre papel, incluye textiles, cerámica, fotografía, instalaciones, cine, vídeo y libros de artista.
Junto a estas obras, la muestra ofrece dos espacios singulares. El primero recoge publicaciones con diagramas y círculos cromáticos relativos a las teorías artísticas y científicas del color, desarrolladas desde el siglo XVIII y a lo largo del XIX. También indaga en su relación con la óptica y la física de la luz, en los elementos de los que procede y en los soportes donde se manifiesta, en los pigmentos y tintes naturales y sintéticos a lo largo de la historia o en el uso de la policromía en el arte, sin olvidar las estrechas implicaciones filosóficas, ideológicas y culturales del color. El segundo espacio, Coloramas, propone una experiencia expansiva que complementa el recorrido visual de toda la exposición.